Sensaciones……♥
La alegría de ver y entender es el más perfecto don de la naturaleza.
Einstein
🙂
Usted Puede Sanar su Vida
Louise L. Hay
El momento del poder es siempre el presente
Todos los acontecimientos que hasta el momento le han sucedido en su vida han sido creados por los pensamientos y las creencias que tenía en el pasado. Fueron creados por las cosas que pensó y las palabras que dijo ayer, la semana pasada, el mes pasado, el año anterior, hace diez, veinte, treinta, cuarenta o más años, según la edad que tenga.
Sin embargo, eso es su pasado; está hecho y acabado. Lo que importa en este momento es lo que usted decida pensar y decir ahora mismo, porque esas ideas y esas palabras han de crear su futuro.
Su momento de poder es este presente en que usted está formando las experiencias de mañana, de la próxima semana, del próximo mes o del año que viene…
Tal vez tenga conciencia de lo que está pensando en este momento. ¿Es un pensamiento positivo o negativo? ¿Quiere que ese pensamiento esté determinando su futuro? Pregúnteselo, dése cuenta.
Lo único con que tenemos que vérnoslas es siempre una idea, y una idea se puede cambiar
Sea cual fuere el problema, nuestras experiencias no son más que efectos externos de nuestros
pensamientos. Incluso el odio hacia sí mismo no es más que odiar la idea que uno tiene de sí mismo.
Una idea que le dice: «Soy una mala persona». Esa idea genera un sentimiento, y uno acepta el senti- miento. Sin embargo, si no tenemos la idea, no tendremos tampoco el sentimiento. Y las ideas se
pueden cambiar. Cambie de idea, y el sentimiento se irá.
Una vez descubierto el origen de muchas de nuestras creencias, no debemos tomar esta información
como excusa para inmovilizarnos en nuestro dolor. Tampoco importa durante cuánto tiempo
hayamos seguido una pauta negativa. El momento de poder es el presente. ¡Qué maravilla es
comprenderlo así! ¡Podemos empezar a ser libres en este mismo momento!
Créase o no, nosotros elegimos lo que pensamos
Puede ser que habitualmente pensemos siempre lo mismo, y que no parezca que estemos
escogiendo lo que pensamos. Pero hicimos la opción originaria. Podemos negarnos a pensar ciertas
cosas. Fíjese con qué frecuencia se ha negado a pensar algo positivo sobre usted. Bueno, pues
también puede negarse a pensar algo negativo sobre usted.
No hay nadie a quien conozca o con quien haya trabajado que no sufra, en una u otra medida, por
odiarse a sí mismo o por sentirse culpable. Cuanto más culpa y más odio hacia nosotros mismos
albergamos, peor funciona nuestra vida. Cuanto menos culpables nos sintamos, cuanto menor sea
la culpa que alberguemos, mejor funcionará nuestra vida, en todos los niveles.
La creencia más íntima de todos aquellos con quienes he trabajado es siempre «No sirvo…»
Y con frecuencia, a eso le añadimos «No hago ningún esfuerzo» o «No lo merezco». ¿No es
cierto? Usted, ¿no dice muchas veces, o da a entender o siente que no es lo bastante bueno?
Pero, ¿para quién, y de acuerdo con las normas de quién?
Si en usted esta creencia es muy fuerte, no podrá crearse una vida sana, una vida de amor,
prosperidad y júbilo. Sin que usted sepa cómo, su fundamental creencia subconsciente estará
siempre contradiciendo este propósito. Sin saber por qué, usted jamás conseguirá llegar del todo a
cumplirlo, porque siempre, en alguna parte, habrá algo que ande mal.
Siento que el resentimiento, las críticas, la culpa y el miedo causan más problemas que ninguna otra cosa
Estas cuatro cosas son las que provocan los principales desarreglos en nuestro cuerpo y en nuestra
vida. Son sentimientos que se generan en el hecho de culpar a otros en vez de asumir la
responsabilidad por nuestras propias experiencias. Si somos responsables en un ciento por ciento
de todo lo que nos sucede en la vida, entonces no hay nadie a quien podamos culpar. Sea lo que
fuere lo que está sucediendo «ahí fuera», no es más que un reflejo de lo que pensamos in-
teriormente. No estoy perdonando el mal comportamiento de otras personas, pero son nuestras
creencias lo que atrae a la gente que nos trata de esa manera.
Si se descubre diciendo que todos le hacen siempre tal o cual cosa, lo critican, no le ayudan
jamás, lo tratan como a un felpudo y lo insultan, piense que eso es su modelo.
En su mente hay alguna idea que atrae a las personas que exhiben ese comportamiento. Cuando deje de pensar de esa manera, se irán a otra parte a hacérselo a otro, porque usted ya no los atraerá.
He aquí algunos resultados de las pautas que se manifiestan en el nivel físico: Un resentimiento
largamente cultivado puede carcomer el cuerpo hasta convertirse en la enfer-
medad que llamamos cáncer. Con frecuencia, el hábito permanente de la crítica conduce a la
aparición de artritis. La culpa siempre busca el castigo, y el castigo provoca dolor. (Cuando alguien
que viene a consultarme se queja de mucho dolor, sé que es una persona que carga con mucha
culpa.) La tensión que el miedo produce puede provocar afecciones como la calvicie, úlceras e incluso llagas en los pies.
He comprobado que al perdonar y renunciar al resentimiento se puede disolver incluso el cáncer.
Esto puede parecer simplista, pero es algo que he visto y he experimentado personalmente.
Podemos cambiar nuestra actitud hacia el pasado
Lo pasado, pasado, se suele decir. El pasado ya no se puede cambiar, pero sí podemos cambiar
nuestra manera de pensar en él. Es una tontería que
nos castiguemos en el presente porque
alguien nos hizo sufrir en un remoto pasado.
· Empiece a disolver ese resentimiento ahora que es relativamente fácil -suelo decirle a la gente que
alberga resentimientos profundos-. No espere a verse ante la amenaza de un bisturí o en su lecho
de muerte, cuando tal vez tenga que enfrentar también el pánico.
Cuando somos presa del pánico es muy difícil concentrar la mente en el trabajo curativo. Primero
necesitamos tiempo para disolver los miedos.
Si optamos por creer que somos víctimas indefensas, y que en ninguna parte hay esperanza, el
Universo nos apoyará en esa creencia, y nada podrá salvarnos. Es vital que renunciemos a esas
ideas y creencias tontas, negativas y anticuadas que no nos sirven de apoyo ni nos alimentan. Hasta
nuestro concepto de Dios ha de ser el de alguien que está
de nuestra parte,
y no contra nosotros.
Para renunciar al pasado, debemos estar dispuestos a olvidar
Es necesario que nos decidamos a renunciar al pasado y a perdonar, incluso a nosotros mismos. Es
probable que no sepamos perdonar, y también que no queramos perdonar; sin embargo, el simple
hecho de decir que estamos dispuestos a hacerlo inicia el proceso de curación. Para curarnos, es
imperativo que «nosotros» renunciemos al pasado y que perdonemos.
«Te perdono por no ser como yo quería que fueras. Te perdono y te dejo libertad.»
Louise L. Hay
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